lunes, 15 de enero de 2007

EL MAPA DE LOS TESOROS

14'5 Grados de temperatura. Continúa nublado.
Os envío este mapa de los tesoros en apoyo al comentario realizado esta mañana. No es un universo imaginario como el Macondo de García Márquez, el Mágina de Muñoz Molina o el Vigata de Camilleri. Es un Ojén real y adictivo.
PD: Hay un manantial donde la gente acude a pasear en las noches de verano. Se encuentra algo más arriba de la casa del autor. Nos falta conocer el lugar preciso.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece que me voy a enganchar a este blog...... es que lo cuentas tan bonito....

Besazos

Anónimo dijo...

Es así Mónica. Aquí no hace falta fantasear.
Mira ahora hay...
(me he levantado para mirar la estación meteorológica)
... 13'9ºC y una humedad relativa del 76%.
Si se está dispuesto a andar y callejear un poco te diré que desde la casa del autor se tardan 5 minutos en bajar a la plaza del pueblo y 13 - 14 minutos en subir. Que hay rincones ocultos entre callejuelas blancas y ropa tendida al sol en las terrazas. Que es cierto el penetrante y persistente olor a leña y chimenea y que en El Fogón de Flore se come de maravilla. Lo verás.
Abrazos, amiga.

Anónimo dijo...

Bilbao, 13 grados de temperatura, aunque a veces la sensación termica es de más frio. El cielo se ció esta mañana un vestido de seda translucida, para hacer gala de lo que llaman nubes y claros.

El tiempo pasa lento en esta oficina de aire congestionado. Me acompañan los tacos de ojas, sus hermanos de CD y un almanaque de 2007 con una publicidad que no me interesa y al que todavía no he mirado a los ojos este año... tal vez porque aún aún no vislumbro ninguna fecha a tener en cuenta.

Miro por la ventana de la oficina como pez desde su pecera. Algunos coches se han pintado los ojos con halos de luz; otros (los de conductores menos miopes o más atrrevidos) no tardarán en hacerlo.

Pronto iré al andén, donde como tantos otros esperaré a la gran serpiente de metal, que nos engullirá y nos vomitará a cada uno en la puerta de nuestras casas... y entonces, limpiándonos las babas de la tristeza digerida en el viaje, nos volveremos a preguntar cómo reconstruirnos el ánimo después de un día de absurda monotonía laboral.

Suerte que el beso de tu mujer y el abrazo incondicional de tu hija te inyectan algo en sangre que te reactiva el automatismo que perdió nuestra sonrisa en algún paso de la discutible evolución.

Y al final del día, cuando sólo quede yó y el humo del último cigarro, en un escalofrío reflejo que responde al frío huceco que dejan los amigos ausentes, pensaré... ¿qué estarán haciendo ahora los ojenetos?

Anónimo dijo...

He repasado lo escrito y veo que me faltan un par de letras... y es que soy de los que escribo mirando al teclado en vez de a la pantalla.

Anónimo dijo...

Los ojenetos esperan. Una a llegar a casa. Otro a que lleguen. Es así.
Richard. Cambia inmediatamente el almanaque. Jajaja!!
Un abrazo.

PD: He visto que un vecino tiene una barbacoa de obra enorme en la terraza. Tremenda. Descomunal.Mañana aparco el traje bucólico, me pongo el de paparazzi y le echo una mirada y una fotografía. Os la enseñaré y me pondré a asar chorizo criollo y chuletillas de cordero en mi imaginación.Hay para todos.

PD: Yo también escribo mirando al teclado.

Anónimo dijo...

Creo que en esta página voy a descubrir el Ojén que aún no conozco.

Somos vecinos, lo dicen los mapas, aunque frecuentemente dibujen murallas de separación entre las dos localidades en las que vivimos. No son más que tonterías para superficales.

Aquí también huele a madera quemada...