El trecho merece la pena. Desde la casa del autor se tarda alrededor de media hora. Hay más paseantes, casi todas féminas acompañadas de cánidos temibles. Cae la sombra rápido sobre la zona.
Paseo entre árboles, frescor y verde andaluz. Al final, una explanada aterrazada cargada de cipreses, limoneros y naranjos. Una casa blanca repleta de grafittis. Destrozada. Las barbacoas, destrozadas. Los bancos y mesas de madera, destrozados. Parece un signo de nuestro tiempo. Aún con todo la memoria de reducto de tranquilidades sombreadas permanece.
Hace algo de fresco. Al fondo, a la izquierda hay un túnel. Se oyen voces, palmas. Tres chavales. Echo un último vistazo al lugar - "Tengo que venir acompañado de Antonia" -. El paseo, un bocadillo, agua fría. Buen plan. Quedáis invitados. Un par de fotos para situaros...
Bitácora y cuaderno de viaje y andanzas. La vivencia de Ojén y Marbella, atalayas sobre el Mediterráneo. Punto de encuentro y foro común para los amig@s que en la vida tenemos.
martes, 16 de enero de 2007
HASTA EL CEREZAL
18'5ºC de temperatura. Continúa el cielo azul. Me habían dado pistas, José Antonio y María, cuando departíamos con dos cafés sobre la mesa y el orujo de hierbas realizando cálido efecto sobre el estómago. Hace unos años era punto de reunión. Esta tarde he encontrado el camino. El Cerezal. Más allá del final del pueblo, un camino de piedra y tierra. Hasta el final. Primera a la derecha. Una valla verde.
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2 comentarios:
Mucho caramelo en la boca.Me gustaría perderme ahora mismo.En enero.Me pondría unas buenas botas e iría bajando hasta la playa a mojarme los pies mientras alguien a mi alrededor se lava la cara y busca una piedrecita de recuerdo.ESTOY SINTIENDO ANDALUCIA.Gero arte
Gracias, Juana. Veo que el Ojén que conoces te perfuma la memoria. Verás cuando descubras el que aún permanece escondido para ti (para ti y la persona que se lava la cara y recoge guijarritos de recuerdo).
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