Y entonces... el fuego. Las columnas de humo ascendían más allá del propio horizonte, un olor de bosque y matorral quemado recorría los rincones de la Villa. Los vecinos miraban aquí y allá, observaban las veletas, comprobaban la dirección del viento y se hacían cruces los más beatos...
Veo a los hombres de azul monte arriba, entre el humo y las lenguas de fuego, cargando con sus equipos, mangueras, cascos, bombonas de oxígeno... Les veo adentrarse en la espesura del humo denso, picante en la nariz y en los ojos... El humo que atenaza la garganta e impide respirar con dificultad, toses... El humo que lo tiñe todo de negros y grises... Los caminones ascienden asmáticos las laderas de los montes a través de las pistas forestales... Rojos, brillantes, sirenas encendidas... Dos helicópteros sobrevuelan la zona del incendio con su zumbido raquítico en un intento de avistar los focos del fuego... Los niños miran el cielo hipnótico en su color anaranjado como un puzzle de grises, amarillentos trazos, jirones blancos... Más sirenas, azules, naranjas... Destellos ora sí, ora no... Sofocados los comentarios de los hombres y mujeres del campo que dibujan en el aire y con sus manos la improbable dirección del viento... Calibran, ajustan, miran el reloj, impacientes ante la caída de la noche... Los retenes continúan monte arriba... Se ven subir y bajar los automóviles de las catástrofes... Comunicados oficiales, medios de comunicación, comparecencias públicas... Controlado, apagado, por fin extinguido... Los beatos ponen velas al Aeropagita y los descreídos suspiran en el bar...
Corría el año 2001. El paraje conocido como Sierra Parda quedó asolado, agostado, seco, muerto... Se quemaron un total de 267 hectáreas... El fuego se inició sobre las ocho de la mañana del día 21 de julio y tuvo tres focos situados en los parajes de Cordobachina, Los Sauces y Fuensanta. Afectó a terreno forestal y también a terreno agrícola... O junio de 2005, la zona de Venta Barranco también fue asolada por un incendio devastardor, 225 hectáreas... O Junio de 2006, la Sierra de las Nieves perdió 9 hectáreas en un nuevo incendio...
Una mano negra planea sobre alguno de los fuegos. Las investigaciones de los peritos conducen hasta un vecino de Ojén. Una detención, una acusación por el primero de los incendios, se confirma que el presunto autor es un convecino de la localidad que asegura, en su declaración posterior, ser amante de la naturaleza. En septiembre de 2006 se falla el juicio, la sentencia le condena a ocho años de cárcel y al pago de una indemnización superior a los 500.000 euros...
El fuego hipnótico aguarda encerrado en la chimenea... Sólo una chispa y será libre...
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