GLORIA

Ayer cenaba con dos amigos. Me preguntaban por mi vida en Ojén. Les contaba las pequeñas anécdotas que de una forma u otra se entretejen desde que aquí llegué en diciembre del año pasado.
La sorpresa de la historia ojeneta, cargada de reminiscencias árabes, rica y profusa, delicada y coherente. La belleza sutil de las calles encaladas. La bonohomía natural de la gente que sonríe casi siempre cuando reclamas su atención. El agua que vertebra el espinazo del pueblo como médula vital y primigenia. El andar sosegado de los ojenetas cuando aprietan para subir las cuestas. El aguardiente de Ojén y la fórmula nunca revelada de su sabor secreto. Las ruinas de un castillo de reyes. La leyenda negra de sus incendios y la codicia de la muerte. Los paseos eternos como nudo y enclave al inicio de la Sierra de las Nieves. La plaza de Andalucía y sus terrazas abarrotadas en los días señalados. Los hombres de manos cruzadas tras la espalda que conversan y conversan. La gastronomía deliciosa, mezcla de tradición, mar, austeridad y caza. Las montañas que transforman en municipio en atalaya sobre el Mediterráneo. Antonia.
Todo esto lo pensaba ayer cuando me preguntaban. Todo esto resumido en una frase hecha: Estoy en la Gloria. Dos maestros lo cantaban hace unos años, John Lee Hooker y Van Morrison en un dúo imposible, tierno, fronterizo y espectacular. Así me siento, en la Gloria.....