LA MIMOSA

Tiene el tipismo hiipie de las flores, el flower power, pintado sobre una exquisita pared blanca. Las flores dibujadas envuelven las jambas de la puerta como un marco de colores rojos, verdes, azulados que imitan la naturaleza desatada, y se parecen a las flores que Juana pinta en las paredes de su casa.. Desvía la atención de la mirada entre tanta pared encalada, imposible no fijarse. La puerta pequeña, sin estridencias, deja paso a una estancia minúscula y abarrotada de perfumes, de olores, de colores que abarcan más allá del arco cromático creíble. No asfixia, el perfume abarca, pero no aprieta. Es una floristería, se llama La Mimosa, su dueña, Ana María. La conocimos en mitad de semana santa, responsable de los ornamentos florales de los tronos, claveles balncos y morados para la Virgen de los Dolores. Queríamos una planta para Carmen y acabamos con macetas para Antonia, un cactus verde (como los que aparecen en el desierto de Sonora) para mí (con un tiesto lila, rosa y fucsia y advertencia: Cactus Ordenador) y ahí está situado. Juana, Benja y Antonia charlaron con ella un buen rato y ahora nos saludamos cuando las calles de Ojén nos encuentran. Arte tiene la composición de flores, ramos y plantas. Un arte sutil, volátil y quebradizo, casi siempre dispuesto a marchitarse por mucha aspirina que se ponga en el agua de los rosales.

PD: Me tomo la licencia de extraer esta fotografía de su página web que podéis visitar si pincháis sobre el enlca si tuado en Miscelánea: red de redes