domingo, 4 de noviembre de 2007

CINEMA PARADISO

Tiene Ojén una aire a ese Giancaldo de Cinema Paradiso. Un recuerdo fugaz de niños de pantalón corto jugando en la plaza, un aroma de mediterráneos que se pierden por sus recodos, un destello súbito de pasado en una mujer que charla ante el portalón de la iglesia. Una película de nostalgias, de pasados, de un tiempo antiguo... Revisitamos a Totó y a Alfredo en el film de Giuseppe Tornatore y con hipos de llantos felices recuerdo que los paisajes de la infancia siempre son imperecederos y aún cuando regresamos, en ocasiones sólo queda el rastro de lo que fue, persistente en una luz vespertina, en el castaño de indias, en el juego de un niño... Nos adentramos en el barco de las nostalgias con un viento potente colmando nuestras velas.
Antonia jugaba en la Calle Ancha y yo en San Bartolomé, ahora jugamos al pasado en la calle Rosal.

Este es el final. Si no habéis disfrutado de la película, no lo veáis, los que sí la habéis visto, rememorad, recordad y pensad en vuestras nostalgias...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Cómo barrio que nadie lo llamabapor su nombre!Todo el m undo lo conocía por la kabila y todavía ahora que ha cambiado muchísimo y que por su aspecto podría ser el pueblo más puntaro de Europa seguimos los de allí refiriéndonos a él así.Era la vida salvaje.Nuestros padres ni sospechaban donde nos metíamos.Y a todo ésto con el fuego siempre presente de las chimeneas de Altos Hornos y el constante sobresalto(que ya no lo era) de las sirenas de los barcos cuando entraban.Oye, y tan sanitos que estamos los de mi generación de los cincuenta.
Gero arte.

david dijo...

buf, yo lloré con esa peli.

Israel Olivera dijo...

Llanto es poco... Hasta hipos y todo me salían... Cuanbdo las películas están bien hechas...