EL INVIERNO LLEGÓ AYER

Ayer entró el invierno en Ojén. Nubes grises bajas, amenazantes y la gélida brisa. Así recibieron las callejas de la villa la llegada de la temporada invernal, con frío con lluvia con viento. Las chimeneas humeaban y los penachos blancos ascendían hasta confundirse con las nubes. Una arquitectura de aires blancos que estabelecía los pilares para sostener la bóveda plomiza. Las mujeres embozadas, los hombres con gorras encaladas, los niños abufandados hasta los ojos... Ojén descansaba ayer en su primera mañan de invierno. Pocas gentes en las calles, la panadería, la papelería de Teresa mantienen la actividad dominical cotidiana. Las aprejas caminan con pasos rápidos y cortos para desplazarse de aquí allí, coimo un ejercicio sutil y escondido. Esta noche la lluvia ha arreciado con mayor o menor intensidad, ha golpeado los veluxes con constancia... Así, la tierra rota y seca ha bebido con voracidad y hoy habremos de utilizar paraguas. El invierno llegó ayer a Ojén y hoy se esconde tras las esquinas para asustar a todos aquellos que aún no lo saben, a los desprevenidos. Cuidado.