Hoy, en horas atípicas, escucho discos nunca antes oídos. Así me regalo músicas desconocidas y esquivas, vívamente poéticas, llenas de matices y sugerencias. A veces, evidentes, otras, indescifrables. Descubro, asimismo, que engarzan a la perfección con las callejas de esta villa que me acoge. Puedo imaginar a La Flor de Estambul, danzando lejos de sus minaretes a ritmo de Ruibal y Satie. Casi hipnóticas en su continente y en su contenido, las imagino bailar a la sombra de un castillo que ya no es siquiera su misma sombra...
3 comentarios:
Bellísima,Isra.Mi fibra emotiva se ha puesto en funcionamiento en el acto.Vaya síntesis:dos de mis ciudades emblematicas,París y mi Istanbul del alma unidas en esa maravillosa canción.Ha sido un regalo.Agur.
Tienes una especie de sexto sentido para llegar a la fibra sensible de las personas,No sé como lo consigues.Un abrazo,Israel,
¡Cómo nos gusta Satie!
Publicar un comentario