Ha aparecido - pum - como por arte de magia. Ora no estaba, ora sí. Era esta tarde primera, sobre las cuatro, cuando he descubierto sus cúpulas brillantes, lilas, moradas, apuntando al cielo de Ojén. Situaba su flanco derecho hacia la Calle Rosal y su portalón de maravillas hacia una de las casas situadas frente a él. Era un castillo. Castillo de Aladín, moruno y espigado, rememoraba los tiempos antiguos de la villa cuando ni tan siquiera eso era, villa. Un remate de flecos amarillos coronaba sus almenas y el aire de pulmones ajenos llenaba sus murullas. Hay cumpleaños en la calle Rosal. Un castillo hinchable repleto de niños saltarines como regalo festivo. Les contemplo desde mi ventana jugar.
2 comentarios:
¡vaya cumples que les hacen a los niños en Ojén!
Como en el txikipark, pero en la calle!
Publicar un comentario