LA NIEBLA EN OJÉN (Y STEPHEN KING)

Regresó ayer ese reino intacto de las nieblas. El atardecer, violento y anaranjado, se desdibujó con el algodón espeso de la bruma. Allí estaba, imponente, esperando en Los Llanos de Puzla, dispuesta a la sorpresa, a la emboscada... Era una niebla densa, compacta, amarillenta... Cubría los primeros pinares de Ojén a izquierda y derecha, los eliminaba en un abrazo de intensidad desmesurada. Rastros de luces fantasmales los coches. En el alto de los caracolillos el vacío se extendía desde su cima hasta el valle. Todo se había borrado. Nada había, sólo la lengua negra del asfalto marcando a ciegas la senda a seguir. Apago la radio, abro las ventanillas, disminuyo la marcha, ralentizo el movimiento del coche para acompasarlo a la marcha lenta de la niebla. Parece un reino de otro mundo. La calima sucia de amarillos y ocres, mostazas, la aparición de una rama aquí y allá, el reflejo de una luz sobre el filo del horizonte... Serpenteo por la carretera, ni un alma. Desciendo por las curvas cerradas, a tientas. Tras la última veo las altas casas de El Chifle. Todo despejado. Parecía ese banco de niebla una madeja prieta y casi inmóvil. Desde los Llanos de Puzla hasta el final de los caracolillos, todo el puerto de Ojén. Luego, más al sur, más abajo... Nada.
En estos momentos recuerdo un relato de Stephen King titulado La Niebla (aquí tenéis el relato completo). Un cuento inquietante en el que esa niebla escondía... algo. Por supuesto, Hollywood ya ha hecho una película.
Os dejo con el trailer del film dirigido por Frank Darabont.