lunes, 19 de mayo de 2008

ME RECIBIÓ OJÉN

Me recibió Ojén con esas chispa de lágrimas de lluvia, fina, delicada, intensa y leve a un tiempo. Sirimiri, orballo, calabobos, chirimiri... son tantas las formas de llamarlo. Habían nieblas densas sobre el Cerro Nicolás, y un aroma sutil a tierra húmeda en la calle rosal - Huele dulce-, digo. Los pinares de Puzla encerraban los secretos de un tiempo anterior y acogían con solaz la neblina que los envolvía. Más allá de los cerros, más allá de las cumbres rugían los movimientos de las nubes más oscuras. El gris acerado, metálico, intenso, dibujaba en el cielo formas cúbicas imposibles, asomaban y escondían los chemtrails, los rastros de los aviones, esbozando líneas hacia el horizonte... Así llegué, de nuevo, de lejos, a Ojén... En el comienzo de una fresca noche de primavera.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre se aprende algo.Desconocía que el rastro de los aviones se llama chemtrails.

Israel Olivera dijo...

En realidad la comunidad científica reniega de estos llamados chemtrails que pertenecen más a la teoría de la conspiración, el nombre real y que se refiere a las estelas de condensación de los aviones es contrail... Si introduces los dos nombres en la wikipedia vienen explicaciones muy interesantes y completas... te lo recomiendo...

david dijo...

viajas más que el baúl de la piquer!!!! como decía uria.