No amortiguan 1.000 kilómetros el dolor. Ni la pesadumbre del sufrimiento. Tampoco resultan suficientes los kilómetros para dejar de sentir una punzada en los huesos, que se deshacen con cada nuevo atentado. 1.000 kilómetros parecen distancia baladí cuando se siente la crueldad de la muerte, siempre injusta. No son colchón tantos kilómetros para frenar las vibraciones pérfidas del crimen. 1.000 kilómetros no permiten el olvido ante los atropellos de la vileza, ni el descanso.
ETA mata de nuevo en mi tierra. La cobardía del arma frente al poder de la palabra. La depravación de la muerte frente a la democracia. La estupidez del falso discurso repetido frente a la mirada inhiesta. La crueldad indiscriminada frente al deseo de paz. Nada cambia. Todo sigue. La muerte les acompaña y habremos, otra vez, de nuevo, como siempre, hacerles frente con la palabra. Aquí está mi voz: somos más, somos mejores.
2 comentarios:
y también somos uno menos
De nada sirve, que seamos una inmensa mayoria.
Si, los vascos y las vascas, que son dignos de llamarse asi,son los que tienen la llave para solucionar esta masacre y no son capaces de defenderse ellos mismos, de esa piara de mafiosos.
¿Cual sera ahora, la justificacion para tan cobarde accion? ¿Libertad? ¿Independencia? ¿Patria?
No hay en el mundo una bandera, un pais, una frontera y menos una ideologia, que merezca una sola gota de sangre de un ser humano.
Ahora es el momento, de que los vascos y las vascas, se echen a la calle y se enfrenten con voz clara y fuerte, a la mafia de asesinos, que dicen luchar por sus libertades.
Es hora de que defiendan su dignidad y a sus propios congeneres. Sean vascos o españoles.
Perdonadme la perorata, pero es mucha la rabia contenida.
Zu prinsipe indignao
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