INSTANTÁNEA SIN ALHARACAS

El más pequeño, vestido con un polo rojo, levantó la espada de madera sobre su cabeza y, con un grito estremecedor -Aaaaaaaaarrrghhh, se lanzó contra su contrincante... Llevaba los dientes apretados y una mirada de furia incontenible en la mirada... El otro, su enemigo, que a la sazón era dos palmos más grande, trato de parar el golpe levantando su espada por sobre la cabeza.... Pero visto el ímpetu del contrario optó en el último segundo por huir despavorido... El mequetrefe, visto que su enemigo ponía tierra de por medio y que su mandoble se perdería en el aire, contrariado frenó en seco... Y tras una mirada airada, inició una persecución en pos de su atildado contrario.... Se perdieron más allá de la fuente de los chorros... Eran las nueve de la noche, el sol se había ocultado por el oeste tras las montañas y en la plaza de Ojén reinaba una placidez delicada, sólo rota por las ocasiones fallidas de rusos y holandeses, por los ayes y los uyes, y algún juramento subido de tono... Tomamos cerveza Victoria y una tapa de pollo a la crema con champiñones... Aún la Torre de Río Real, allá abajo, en la antigua Salduba, se ve tintada de ocres...