martes, 29 de julio de 2008

ANA SALERO

Ana, todo sal y flama, bosqueja el compás del flamenco como la niña de fuego que es. Remata con la mano, brota de sus pies el taconeo de la soberbia, dibuja en el aire una filigrana por alegrías. Tiene la mirada pícara de la inocencia, la vergüenza de sus nueve años y el arrojo de los buenos flamencos. Taconeaba con su flor roja en el pelo, con su falda negra construía círculos sobre sí misma, seguía los pasos de su maestra Fina y la miraba de través, para no perder el hilo invisible tejido por la música. Todo timidez y sonrisas. Allí la bautizamos como Ana Salero, por la vida que lleva dentro, por la sal en sus tacones.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un aupa a Ana Salero.Agur