Vivo el tráfago de la vida marbellera. Ahí abajo, lamiendo las orillas del mar. Resulta tal el milagro de la multiplicación, que los divinos panes y peces se quedan reducidos a una simple parábola. Este fin de semana llegó el éxodo de los agotados, de los vacacionistas profesionales, de las recuas de turistas de vuelta y vuelta, de los rojiblancos asolados, de los nacionales ávidos de arena que llevarse a la boca, de los internacionales sedientos de soles rotundos... Así es. Las hordas bárbaras invaden las playas como una nueva tropelía de vikingos, como insectos estresados en su afán de tiempo libre. Agosto agostado. Sigue siendo el mes preferencial de asueto obligado, de sangría, paella, toalla, playa, y vuelta, playa, toalla, paella, sangría. Después, en septiembre, los costasoleños se abandonarán a las playas, el agua estará más templada, los atardeceres adquirirán el resplandor rojizo que los hace grandes, el Peñón se dibujara en la boca que besa el Mediterráneo, los rubios pajizos, adornados de rojos y blancos, habrán regresado a sus cuarteles de invierno, los acentos castizos al Madrid de los agobios, y los vizcaínos a la Vizcaya de sol impredecible. Así es. Pero hoy, aún, es 4 de agosto, recién estrenado el mes del asueto general, quedan días de chiringuitos repletos, de aparcamientos soñados, de tráficos imposibles, de acentos ajenos, de turistas despistados... Todo será disfrutarlo o no, observarlo con una sonrisa... sus prisas, sus ajetreos, su incontinencia... y dejar que todo pase. Mientras me acompaño con una canción de Jakob Dylan (hijo de) y con un té helado que ayer Antonia preparó con buena mano...
3 comentarios:
¡ay,MARBELLA!
Felicidades N I E V E S.
BEZOS.
TE QUIERO ANTONIA.amama
Publicar un comentario