Me asomo a la ventana. Aspiro hondo el frescor de la mañana. Aspiro profundo el rumor último que aún queda de la noche. Aspiro intenso la timidez de los levantinos rayos de sol. Miro.
Tiene ese limonero enorme de la calle Rosal sus frutos verdes apretados como puños, un anticipo del fruto que será. Soportan las ramas el peso de los jugos primeros, de los gajos nonatos, de la piel rugosa y horadada. Crecen aquí y allá, en pequeños racimos. Es un árbol alto, grande, de firme robustez aparente, posee ramas serias. Se recorta contra un paredón blanco y en él dibuja las formas de su perímetro, pinta sombras chinescas cuando el sol aprieta y se mece con el viento, acompasado y sutil o violento y desgarrado. Es el paisaje de todas las mañanas, el cuadro pintado por la naturaleza, por el dueño del bancal hace años, por un semilla perdida.
Tomó café, miro el limonero y pienso... ¿era un limonero... o un naranjo? En fin.
4 comentarios:
Ay vida mía!!! es un limonero.
bezos
Israel:Cada cierto tiempo te preguntaré por ese peazo libro que saldría del blog aunque nunca me contestes.YO TE SIGO SIGUIENDO.
Hola Anónimo:
Antes de nada, gracias por considerar este material digno de un libro... He comentado en alguna ocasión que no descarto la posibilidad de llevar la idea a cabo, le he dado vueltas muchas veces y, de verdad, no lo descarto. Hace falta un editor y financiación. En fin. Y ahora, en crisis... Jaja!!
Hasta aquí me llega el aroma del limonero..
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