jueves, 25 de septiembre de 2008

EN LA NOCHE

Eran como una interminable hilera de luciérnagas, unos fanales asombrados por la nocturnidad, los candiles de una serpiente que se prolongaba hacia desde la sierra, un reguero inaudito de luces que se movían, parejas de luminarias que se arrastraban por la oscura lengua de la carretera. Nada más, las luces y la noche cerrada que desdibujaba las formas, que menudeaba con el horizonte invisible y el recorte difuso de las montañas. Era una caravana fantasmagórica que se prolongaba desde la montaña cerrada e iba a vomitar en el borde mismo del mar, como un río irreal, como un torrente luminoso que se disipaba en el contacto con la urbe vecina. Sólo se escuchaban algunos de los rugidos, mugidos encerrados, gritos broncos y aullidos inútiles, ronroneos suaves y carrasperas asmáticas, como un reguero de peidras... Y las luces, los pares dobles, las parejas descendiendo hacia el mar.... Son las siete de la mañana, la Sierra de Las Nieves se despereza y desciende, con su rutina matinal a la capital turística de  la Costa del Sol. Ojén es una puerta que se abre y deja que los automóviles desciendan con las legañas aún brillándoles en los ojos, en los faros, en las luces, en los fanales...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo al principio creía que era la ipurtargi:(luciérnaga)
Ipurtargi polita
bizi da zelaian
Ipurtargi polita
argitsu gauean.

Estoy absolutamente pillada con
"El beso de la sirena" de Andrea Camilleri.Abandona a Montalbano y nos introduce en una fábula maravillosa.
No te preocupes,Isra,que lo leo en dos patadas y te llega enseguidita a Ojén.NO HE PODIDO EVITAR anticiparme.besitos.Gero arte.