Tengo otro recuerdo de Santoña. Alejado del horror y de la sangre. Me imagino tumbado en una de esas hamacas de cemento que hay a todo lo largo del espigón, viendo cómo los pequeños veleros realizan sus evoluciones por la ría que se adentra hasta el corazón cántabro. Aquel día con la famlia apretada de abrazos. Observo El Puntal de Laredo, tan lejos y tan cerca, apenas a un golpe de remo, y casi remoto en su comunicación por carretera. Me recuedo paseando, sesteando, caminando a todo lo largo de esa lengua de agua salobre. Un perro salta desde el malecón y se zambulle en el agua irisada de apenas un palmo de profundidad, la mujer mayor se sube las enaguas y pasea sobre la arena húmeda, mientras el mar le lame los pies, la joven toma el sol de otoño en un saliente de cemento y los turistas desciende despistados del gasolino que comunica Laredo con esta Santoña apacible. Siempre me acompaña Antonia, también cuando acristalados y con las manos ocupadas de pescados y mariscos reímos a la vida. Tengo este recuerdo de Santoña, tan alejado, del horror, de la sangre y de ETA. No me lo arrebatarán.
4 comentarios:
Desde luego.También tenemos nosotros recuerdos e imágenes entrañables de aquel día,y de otros muchos días.Con ellos nos quedaremos.A mí me gusta muchísimo Santoña.El pueblo y su pueblo.Agur
Por supuesto, a mí tampoco. Y estoy deseando volver a llenarme de nuevo las manos de mariscos ricos y la boca de sonrisas.
bezos
Espero que las hamacas de piedra cuyas fotos tengo en mi álbum y en la mejor compañía que es la vuestra sigan estando ahí.Besos a todos.Aitite
Bego y Susana tienen que acordarse de este gasolino.
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