En este frío seco de soles y sombras el tiempo parece detenerse. Las imágenes se congelan un instante como una fotografía en sepia, un cuadro de Monet o un fotograma del Amarcord de Fellini. Se asemeja el tiempo detenido a una postal costumbrista. El sol traza su severa línea recta definiendo la sombra y la luz con el filo perfecto de su faca, una línea separadora entre el cálido temblor del sol otoñal y el frío oscuro del invierno por llegar. El humo que desprenden los cafés se instala en el aire como un juego de neblinas efímeras, el vaho que se descuelga de la boca de la muchacha se eleva y pierde en el frío de los otoños, el niño que salta con su cartera colegial a la espalda parece levar pantalones cortos y pertenecer al pasado a su padre, a su abuelo, a su bisabuelo cuando corría y jugaba. El tiempo detenido. Y el cielo sublime y azul en lo alto, garante de luz y de pálido calor, rutilante y eterno. Tomo un café en la plaza de Ojén y fotografío estos nuevos recuerdos que me llevan a otros de hace años, en Aguilar de Campoo, cuando en la vereda del río nos perdíamos entre películas.
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4 comentarios:
YA HE VISTO YO CÓMO ESTABA LA GENTE EN MANGA CORTA EN LAS TERRAZAS DE MARBELLA.Que me dejen unos rayitos para cuando vaya.Aquí ha hecho una mañana de perros y ahora luce un sol¿traicionero?.Gero arte que me voy a Portu a amortizar la tarde libre.Aguuur.
juana
oye pues yo con los comentarios ningún problema eh!
Jelou David:
Las personas que tenemos blog y firmamos como google/blogger parece no perjudicarnos este asunto... Al resto... Pues Sí, en fin...
La palabra parece ser uno de los recursos más válidos para intentar detener el tiempo. Proust lo intuyó y lo consiguió. Tu texto puede que esté "en el camino..." de conseguirlo desde l plaza de Ojén, ante una taza de café. Magistral.
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