NO ESPERA LA LLEGADA DE OBAMA

Una oleada de optimismo generacional parace recorrer la espina dorsal del mundo. La victoria de Obama en las elecciones de los USA quiere abrir nuevos horizontes para la política internacional, la economía mundial y el espíritu de solidaridad colectivo. Mientras la internacionalidad de la información teje redes globalizadoras....
Pienso en ese redneck jubilado de Colorado que porta un pantalón vaquero raído en los bolsillos, desfondado, que viste camisa de cuadros descolorida y gorra de beisbol sobre su calva incipiente. Me lo imagino sentado en un porche destartalado, con las piernas estiradas y un palillo entre los dientes. Contempla los campos de maíz que se extienden hasta el infinito y las carreteras que los surcan como cicatrices de un pasado a olvidar. Está repantigado con una radio, la KRZA de Littleton, Colorado, o culquier otra similar. No espera la llegada de Obama.
En Ojén, un hombre de jersey azul raído y pelo blanco enmarañado, se sienta en un poyete de piedra. Busca el sol que le caliente los huesos. Lleva un pantalón gris algo sucio y una botas de camp manchadas de barro en las suelas. Gafas de pasta oscura y un gorro de fieltro oscuro sobre la cabeza. Mantiene su cara hacia el temblor del sol y cierra los ojos cansados. Lleva consigo una de esas pequeñas radios que se lleva con la mano derecha al oído. Escucha que un negro, un afroamericano de ascendencia keniata ha llegado a los más alto de la casa blanca. Se llama Barack Obama, y él tampoco espera su llegada.