ANTES DE LA MAÑANA DEL DOMINGO

Aún enmarañado entre las trampas del sueño descubro este nuevo día de azules apenas insinuados por la rendija de la persiana. Acunado por los sonidos del tráfago de Antonia en la ducha y la voz cadenciosa de Pepa en la radio me abandono a la lánguida pereza aún un rato. Unos pájaros imponen su banda sonora sobre todo lo demás en un vaivén de vuelos invisibles. Busco el refugio entre las mantas como un placer añadido a esta mañana de domingo por estrenar que me augura café y periódicos y tostadas y un paseo y el seguro término de un libro... Pero será algo más tarde. Ahora, todavía, recompongo mi cuerpo buscando las zonas más frías bajo las sábanas y me sitúo allí como un náufrago en la cama, en ese pretendido islote de sensaciones secretas. Abro los ojos a la oscuridad, de nuevo, y descubro aquí y allá otros signos de la luz como una herida abierta sobre la noche que ya es mañana. Acomodo la cabeza sobre la almohada, estiro los músculos entumecidos por la adormidera nocturna. Y me percato del primer aroma a café que sobreviene desde la cocina. Ahora me levanto, ahora. Ahora me levanto. Hoy es domingo, y contra la creencia popular, me gustan.