lunes, 12 de enero de 2009

AROMAS DE PUEBLO ANTIGUO

Aún huele a pueblo, a ese aroma de brasa y de pan recién hecho. Un cóctel de aromas terráneos, apegados a la tierra oscura de esta tierra forjada estos días a fuerza de fríos y escarchas. Reconfortantes esos olores que traen las experiencias últimas de la sabiduría popular y que recuerdan los braseros bajos las mesas-camila, los fuegos de candela brava atizados en las mañanas somnolientas, las manos rudas de aquellas mujeres que avivaban la leña hasta transformarla en hogar, los hombres que tomaban aquel café duro de puchero, si lo había, antes de dirigir los pasos hacia el campo, hacia las vides, hacia la Mina... Permanece en Ojén aún ese aroma de pueblo antiguo cuando por las calles, en invierno, se cuela bajo las puertas el intenso perfume de puchero, penetrante e intenso en su cocción, profundo en sus aromas, lento, lento, lento en su perol... Se suman así el olor de la candela recién prendida, del fuego que no es brasa todavía, de la cama aún revuelta y tibia, de las primeras cocciones del puchero... Y todo recorre las calles y los recodos y las esquinas y se pone así en movimiento una corriente densa de aromas que sólo puede competir con el intenso perfume d ela tierra mojada...

1 comentario:

Anónimo dijo...

pronto lo huelo,lo pruebo,lo veo y lo huelo.GERO ARTE.