lunes, 9 de febrero de 2009

DETRÁS DEL ZAGUÁN (una fábula de continuación a petición de Anónimo)

Y así, el anciano, coloca en el interior de una tinaja de barro su paraguas, seco y adormecido, como un animal de lonetas y alambres. Se quita la gorra negra de fieltro y la cuelga de una percha con forma de dorado cuerno caprino. Camina hacia la cocina, despacioso y silente. Coge una cafetera que antiguamente fuera roja y ahora aparece renegrida, abre la tapa con el pulgar, mira en su interior y sonríe con levedad y con el regocijo de haber encontrado un tesoro. Taza de porcelana floreada. Una botella de 2 litros de cocacola llena de leche amarillenta. Un cacillo minúsculo sobre el fuego. Y se hace la magia del café humeante en su mano. Mira por la ventana y de nuevo hacia las nubes y el cielo, cada vez más oscuro y amenazador. Dirige sus pasos hacia la salita abarrotada de fotografías de mil nietos haciendo la primera comunión. Deposita el café en la mesa y aprovecha tener las manos libres para quitarse el jersey azul claro. Una mesa camilla de la que cuelga un mantón floreado preside el salón. El anciano se agacha, comprueba que el brasero aún desprende calor y se sienta a su refugio sobre una silla desfondada. No enciende el televisor ni la radio. Solamente se queda allí, en silencio y callado. Enciende un cigarrillo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Verdaderamente precioso.DENTRO DEL ZAGUÁN.

Anónimo dijo...

¡Cómo me ha gustado la fábula! Entrañable y descriptiva.Gero arte.

Anónimo dijo...

¿de quién es la fábula?
Me ha gustado mucho.
Un saludito,Isra.

Anónimo dijo...

Acabo de llegar de ver Dieta Mediterránea.Para los que quieran pasar un rato con dosis de humor algo ácido y una trama que sin ser original lo es,la recomiendo

GERO ARTE.