LLEGA JUNIO

Llega junio. Y aprieta. Con los tibios y sutiles amaneceres que se desmadejan sobre el horizonte. Con los mediodías plomizos de calores inverosímiles. Con los aromas apagados por el calor sofocante. Con el reflejo del mar como un espejismo allá abajo. Con la virutas rubias del sol despojando de enigmas el cielo. Con los azules rotundos e incontestables. Con las paredes refulgentes, como joya inmaculada. Con los pájaros enloquecidos en sus vuelos vespertinos. Con los verdes de la primavera apagados. Con los ancianos buscando el cobijo de la sombra. Con los niños exultantes de sudores y carreras. Con el verano rozando con sus yemas la cima de las montañas. Con las ventanas de las casas abiertas ejerciendo de túneles de viento. Con los ventiladores encendidos. Con el agua fresca borboteando en el fondo de los búcaros, de los botijos. Con la luz implacable que todo lo define hasta el detalle. Con las muertas primeras horas de la tarde. Con las noches inquietas y erizadas. Con la brisa cálida del atardecer. Con las calimas mediterráneas. Con la noche más corta. Con el día más largo. Llega junio. Y aprieta.