viernes, 31 de julio de 2015

UN BUEN DÍA



En los mapas antiguos, cuando la ignorancia y el miedo se daban la mano, lo que había más allá de la tierra conocida no se dibujaba, no se dibujaba porque simplemente no existía. Si los más osados deseaban hacerse a la mar rebasando aquel límite imposible del fin del mundo, de aquella finisterrae, los cartógrafos les hacían desistir pintando dragones y monstruos marinos que les ahuyentaran y que alimentaran las leyendas y el temor a lo ignoto. 

El miedo a lo desconocido.  El miedo a otra realidad. El miedo a lo nuevo. Tantas veces nos paraliza. 

La zona de confort nos ofrece una vida amable, apacible, tranquila, templada, reposada, sin excesivos sobresaltos. Un matrix de cotidianidad en el que podemos sobrevivir sin ajetreos o con los ajetreos justos, con los ajetreos tolerables. Es una zona pintada de verde, reconocible y auténtica. Cuando algunos individuos se plantean rebasar esa zona de confort, dar un paso más, el entorno recuerda la existencia de dragones, de abismos insondables, de peligros inminentes, de bestias feroces dispuestas a triturar a los temerarios. Aquellos  individuos contestan que se armarán de espadas, de maromas sinfín, de escudos y armaduras, de valentía y de locura, que osarán poner un pie más allá, un pie fuera de su zona de confort, del lugar que parece les hace sentir seguros e invulnerables. El entorno aullará, pondrá el grito en el cielo, clamará a los dioses y si el temerario continúa con su idea, el entorno lo olvidará y preparará el reproche a punto en la boca cuando el hijo pródigo regrese con el rabo entre las piernas. Pese a todo, algunos individuos mirarán hacia adelante y marcharán.

Qué acertados los guionistas de aquella película que pusieron en la boca de Neil Armstrong aquella gran frase “Es un pequeño paso para el hombre, pero un gran paso para la humanidad”. Resume el sentir de esa sensación, la sensación de salir de la zona de confort, que no requiere una gran hazaña, a veces basta con un solo paso, con una llamada telefónica, con una maleta escuálida, con un beso furtivo, una declaración de independencia o un verso escrito en un papel.

Salir de la zona de confort es tan sencillo, en ocasiones, como darse cuenta de que hoy es un buen día, mirar a tu alrededor y amar con intensidad lo que te rodea, ser consciente de lo maravilloso de su sonrisa, de lo valiente de su mirada, abrazar sin miedo su cuerpo y besar con la intensidad de antaño. 

Hoy es un buen día, admitirlo, pelear por ello, conseguirlo, es ya una revolución que nos lleva más allá de nuestra zona de confort. Una revolución que nos hace capaces de matar dragones. ¿Estás dispuesto, estás dispuesta a admitirlo? Tienes todo el verano para pensarlo.

Un buen día, hoy es un buen día.

MÚSICA "Un buen día" de Los Planetas





 

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