Esta mañana, el despertador tocaba a rebato y las últimas brumas del sueño se disipaban entre los sonidos matinales. El exprimidor para el zumo de naranja, la cafetera hirviendo, Antonia en la ducha, la radio con algo de música, resaca de Goyas (aún) e informaciones sobre mi tierra verde y sus repetidas crispaciones. Todos los ecos acostumbrados de la mañana se ponían en marcha.
Entrecerrados los ojos asomo el rostro a la ventana y se encienden en mí todas las alarmas. Veo mucho humo en la sierra. Humo y dos o tres lenguas anaranjadas de fuego. Alrededor del mismo tres o cuatro hombres. No distingo bien. Corro a por los prismáticos, me quito las gafas, ajusto la mirada a la lejanía... No son bomberos. No es la Guardia Civil. Parecen tres chavales. Acude a mi mente el incendio que sacudió esta sierra el año pasado y que tuvo, durante unas horas, en cierta tensa espera a los vecinos de Ojén. No en vano se quemaron 168 hectáreas. Ajusto mejor los prismáticos, me detengo, aparto de mí la alarma, observo con más atención... Uno de los tres jóvenes añade más leña al fuego. Leña ya cortada. Leña fina. Parecen matojos. No puede ser. Son tres aldeanos quemando rastrojos. Cuatro horas más tarde aún se puede ver un rastro de humo. Justo en este instante mepieza a llover.
3 comentarios:
Qué pasa por la calle marbellí...
No pretenderás competir con Galiza también en fuego.
Aquí me han dado una semana de descanso en la tele depués de enzarzarme con Paloma a cuenta del mundo homosexual.
Falsa alarma ojeneto adoptivo!!!
Creo que ya hasta el pirómano confeso de tu villa sabe de tu existencia y de tu constante mirada sobre todo lo que allí acontece.
Este año será más precavido.
Aquí no ha llegado la lluvia. Qué raro!
Me he quedado flipao de los comentarios sobre una humilde morcilla.Lo que da de sí....
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