Aún humeaba ayer. Calcinado, retorcidos los hierros que se disparaban hacia el cielo. Los bomberos con sus centelleantes sirenas naranjas, y sus petos reflectantes. Un vientre de ballena descarado, negruzco, abierto panza arriba sobre el puente. Grande. A su lado el automóvil, igualmente calcinado. Los conductores miraban con despacio la imagen de destrucción evidente, ralentizaban la marcha, asomaban cabeza y cuello por las ventanillas, se hacía gestos. Una grúa hiperbólica desplegaba su brazo hidráulico y dejaba caer una compleja red de cinchas. Muchos coches oficiales entre policía, protección civil, ambulancias... El hormiguero de la desgracia paseaba atareada de aquí para allá... Las columnas de coches e desviaban camino de la estación de autobuses de Marbella, en largas colas, como peregrinación obligada. Observo desde la lejanía, se me impone la destrucción del camión antes blanco. Ha girado sobre sí mismo y tiene la cabeza tractora mirando para el lado contrario. La mediana destrozada. Carretera de Ojén, dicen las informaciones y así se asocia el nombre de la Villa a un nuevo accidente aunque éste se haya producido en el término municipal de Marbella.
Le llamo a Antonia y le describo la escena... Me pregunta rápido: - ¿No será el de Juanma? - No, no te preocupes, es blanco, es un trailer... Respira así aliviada. Y yo con ella.
Pese a todo: 4 heridos leves, 1 crítico.
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