La noche de ayer traía ecos de conversaciones. El aire templado por la brisa reconfortaba los calores regios de la tarde y del mediodía y aliviaba la intensidad con la que nos había obsequiado. Antonia se calza las chancletas. Rondan las once de la noche y paseamos, bajamos una cuesta, observamos las luces de Marbella reflejadas en el mar, y escuchamos los sonidos de la noche cotidiana - un murmullo de ducha, un estornudo, la voz apagada de la televisión, una familia que cena en la terraza -. Ponemos pie sobre pie y respiramos ese aire revitalizante. Planeamos acudir al depósito de agua algunas de las noches, sentarnos en el poyete de piedra, ver a los escasos coches circular, saludar a l@s vecin@s que pasen, refrescarnos, empaparnos de las estrellas arriba, charlar, quizá con una menta poleo helada en la mano...
En la mañana llegan los estruendosos martillos neumáticos de las obras cercanas y la realidad vuelve a su ser con los pitidos de las excavadoras caminando marcha atrás. Pi-pi-pi-pi-pi-pi... Ces't la vie.
2 comentarios:
los estruendosos martillos y el terrorífico despertador pipipipi-pipipipi-pipipipi-pipipipi. Cada 7 minutos.
bezos
Contraste entre los románticos paseos nocturnos con el pi-pi-pi de los martillos y del despertador de mi marbellera favorita.Ene polita! Besos.
Publicar un comentario