Arrecia la lluvia. Desde hace dos días. Hoy con aparato eléctrico incluido. Truenos y relámpagos han surcado el cielo y la niebla, persistente y tenaz, se ha posicionado sobre el Cerro Nicolás y ha descendido sus lenguas hasta la parte superior de la Calle Rosal. Un momento de tregua hacia primera hora de la tarde y, de nuevo, la lluvia. A estas tierras les hace falta agua, tienen sed, están rotas, ajadas, la lluvia será bálsamo prodigioso si continúa y espejismo si cesa. Con el alma repartida y el corazón del norte siento el agua más trivial, más usual, más propia y no sorprenden las torrenteras por las calles, ni los paraguas, ni las gafas empañadas... Se vive en Ojén la lluvia de otro modo, más temeroso y más festivo por lo que reporta o por lo que quita.
Hoy el repiqueteo de la lluvia nos ha acompañado a Benja y el autor durante toda la jornada. Hemos terminado de pintar hace un rato. Luce blanca la casa, radiante con sus cuadros mejicanos, sus azulejos portugueses, su lámina turca, su figura azteca, su guerrero griego... Todo, de nuevo, en su sitio.
NOTA: Abrazos ojenetos especiales a Sara, a Pantxi y a Dani Senior, y que sean muchos más.
1 comentario:
Isra:me estoy dando cuenta de que te vas acercando a las 25000 visitas.¡Increíble!
No he visto llover de alma en Ojén pero tiene que ser verdaderamente impresionante ver bajar la lluvia por sus empinadísimas calles.Me lo están preparando para que esté verde,verde y la casa blanca,blanca...berde berde berdea zuri zuri zuria....gero arte.
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