EL RAID, LA BRÚJULA Y LOS CORREDORES

Se refrescaban los pies rotos y descalzos en la fuente de los chorros. Y había en su cara sensación de alivios totémicos. Se despojaban de sus prendas multicolores y dejaban los torsos al aire, ellas y ellos, cambiando de muda como se cambia de piel para transformarse de agotados deportistas en esforzados ciudadanos.Invadían la plaza de la iglesia como un conjunto inquieto de perros cazadores excitados tras la persecución. Iban de acá para allá hasta que caían extenuados sobre alguna de las sillas que aún quedaban libres en las terrazas. Aplausos para los rezagados. Desde la noche del sábado y desde muy pronto en la mañana del domingo los participantes de este raid en la Sierra de las Nieves invadieron las calles de Ojén, corriendo, mapa y brújula en mano, hacia los puntos de control. A los paisanos, a gritos: - ¿Por dónde se va al Cerezal. A Benja, varios, en el Paseo del Chifle: - ¿Dónde está el camino de...? Corrían, corrían, desnortados, cuesta arriba, en esfuerzos que les privaban del aire. Jadeos vibrantes, toses asmáticas, gemidos inconsolables. Después, paella recuperatoria a cargo de la organización. Entrega de premios. Palabras del Alcalde. Y vuelta a casa.