MUSEOS, ACEITE Y GRABADO

Finas líneas rojas y un ligero perfume de aceites antiguos. Caminos silueteados de velas blancas y estampas amarillas sobre las paredes encaladas. Niños asilvestrados, ajenos por completo al hecho cultural, se enredaban en las piernas de los visitantes despistados. El Museo del Molino recibía una treintena de grabados, todos ellos realizados por los aplicados alumnos de los talleres del Museo del Grabado Español Contemporáneo de Marbella. Fue ayer. Ocho de la tarde. Inauguración. Y mientras el sol descansaba sobre el empedrado del patio, las autoridades locales abrían las puertas de la exposición con simbólico corte de cinta. Estampados de panes dorados, siluetas de meninas descaradas, perfiles de bosques mitológicos, fondos rojos sangre, chorros de agua tintineante, portalones de piedra repujada, perfiles geométricos coloreados, falsos esqueletos paseantes, masas orgánicas acartonadas, pajaritas para un tango cantado... Todo abierto a la imaginación del visitantes. Después, charla animada, sombras alargadas sobre las paredes, fotografías y buenas intenciones. Los vecinos marbelleros observan el Ojén que les contempla desde lo alto y aún lo consideran suyo. La exposición, hasta el 30 de abril.