RETRATANTE RETRATADO

Lucen en la mirada una veta de despiste, un amago de no saber qué o dónde o cómo... Caminan a pasos cortos, con la cabeza ligeramente elevada, las manos a la altura del pecho y el perfil de una sonrisa dibujada en no pocos labios... Miran despacio hacia las ropas tendidas en los tejados, hacia los limoneros encaramados a las paredes de la iglesia, hacia el ondulante fluir del agua en la fuente de los chorros... Lucen en sus vestimentas algunos colores incongruentes, chalecos de reportero gráfico, las consabidas sandalias sobre los consabidos calcetines de rombos, sombreros de todo tipo y forma y gafas de sol unidas a las de ver por un mecanismo en el puente... Entran en hilera en la iglesia de la Encarnación y alguno hay que tropieza con el escalón de la entrada... Dos renegados del grupo, piden servesa acoplados en una de las terrazas de la plaza, ríen con estruendo... Y observan, como yo lo hago, a sus compatriotas entrando y saliendo, yendo y viniendo, subiendo y bajando, fotografiando... Es el primero de los grupos de turistas que me topo en Ojén esta primavera de lluvias y de soles aprovecho para retratar al retratante y quede así constancia de su paso...