HA ENTRADO EL FRÍO

Ha entrado el frío como una mano heladora que recorriera la espalda. Un frío denso y oscuro, tiznado de nubes grises, opaco y a la búsqueda de calor. Casi parece un animal hambriento que necesitara de la lumbre amorosa que nos templa la piel. Lo imagino como un ser de cuento maléfico que arrumbara desde la sierra en busca de la brasa que le de soporte vital, un mosntruo adocenado por la maldad de esos que impregnan las odas nórdicas... Ahí está el frío, con sus fauces espumosas, con su hocico helado,  con su mandíbula hambrienta dispuesto a devorar el pie que, en la noche, queda fuera de la colcha. Su respiración helada empaña los cristales, humedece los suelos y las paredes. Los perros se esconden con el rabo entre las patas y los pájaros parecen disecados en sus ramas de otoño. Aprovechan los aldeanos la llegada del frío para quemar sus rastrojos y así, ese aroma acre en el aire se asemeja al rastro que las hrodas bárbaras dejaban a su paso, así ejerce el frío su poder, con batuta de hierro forjado y mirada torcida. Ha entrado el frío y el cielo está apesadumbrado y gris. Ha entardo el frío colérico.

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