SOMOS CALOR

Hoy cierta presencia primaveral se ha colado bajo la puerta del invierno. Gratificante sentir la templanza del aire cálido sobre la piel después de las brumas frías de este invierno. Placer mínimo y gratificante. Las gentes, confundidas, aún vestían sus cuellos con bufandas, aún sus cuerpos con abrigos, aún calzaban botas en los pies y gruesos chaquetones. Sólo un jubilado vigoroso se había depsojado de los rigores de las ropas invernales y, apoyado sobre una pared, tomaba el sol en mangas de camisa, ojos cerrados los suyos, brazos al aire. Los niños corrían con sus chaquetas de chándal en la mano, sudados tras su partidillos de fútbol, sin percatarse de que, por un instante, el invieno se había ido. Y así, la piel, con esa añoranza de cálidas caricias se remueve y siente uno cierto placer primitivo que apela a las emociones más atávicas. Somos calor.