UN ANIMAL TIBIO Y AL ACECHO

Para festejar este miércoles de ceniza, de ceniza se han cubierto los montes. Una densa niebla gris consume el horizonte circundante de la villa, y así parece atrapar en el interior de un nebuloso anillo a sus habitantes. Amenazante y acechante, parece esta corona esconder peligros ignotos, de aquellos que bosquejaba Lovecraft. Intuyo la cima de las montañas y sólo veo grises, miro asímismo al mar y percibo sólo un leve destello de su profundidad. Mientras, Ojén vive ese estado de gracia, como el ojo de un huracán cuando se fotografía desde los satélites, un círculo límpido cubierto en rededor de ese anillo nebular al que la niebla se asemeja. Veo la niebla moverse lentamente alrededor de los peñascos, cubrir los bancales de naranjos y limoneros, girar despaciosamente, acariciando los límites del pueblo con la siempre implñicita amenaza de invadir sus calles y sumirlas en la ceguera blanca de su abrazo. Espero. Veo como evoluciona. Parece un animal tibio y al acecho.