INQUIETA PASIÓN ROJIBLANCA

Llueve. Alerta naranja. Las gotas proclaman su canción húmeda como un grito al viento. Mientras, refugiado en la penumbra miro las plantas del alféizar, verdes y vivas y casi tiernas. Pienso, la reflexión la dejé para el sábado. En estos días de resacas y contradicciones se suma un elemento más: El Athlétic de Bilbao. No especialmente apasionado del balompédico ejercicio del fútbol, vivo con cierta inquietud la jornada que se avecina el próximo miércoles. Partido de vuelta de la Copa del Rey. Y qué efectos produce la distancia que a un poco aficionado como el que escribe le despierta cierta pasión los colores rojiblancos de cuyo banquillo incapaz sería de dar cuatro nombres acertados. Aún con todo, a mil kilómetros, en este Ojén lluvioso y nostálgico de esta primavera que es invierno, me mantengo en la percha del acérrimo seguidor que pegará su corazón vizcaíno en el televisor durante noventa agónicos minutos. Todo será mañana, y buscaré el himno del Athlétic en internet para que no quepa duda de la preferencia que uno tiene. Así son las contradicciones que ayer afectaron a un resultado electoral y mañana lo harán a un resultado futbolístico. Y, al final, para las nostalgias ¿no son casi lo mismo?