Han pasado cuatro días.
La marea violeta se ha disuelto en el tráfago de la
información política, económica. Ha sido
subsumida por las cañerías de la inmediatez. Han pasado 4 días. Una eternidad.
Cuatro días desde los discursos políticos, la lectura de manifiestos,
las movilizaciones, los lazos violetas, las grandes palabras, los grandes
actos. El lunes, la sociedad se movilizó, hizo acto de presencia en la calle,
mostró músculo y arropó a las mujeres maltratadas, indefensas, agredidas
física, psicológica, sexualmente. Cuatro días.
¿Y ahora? ¿Qué hemos hecho desde el lunes? ¿Qué gesto hemos
tenido con nuestra vecina, a la que sabemos vejada desde hace años? ¿Hemos
denunciado? ¿Hemos acudido a la sede de alguna ONG que trabaje en pro de los
derechos de la mujer? ¿Hemos sido capaces de silenciar un comentario machista
en un bar? ¿Hemos mirado a nuestra hija a los ojos para decirle que sea libre?
Las celebraciones de los días señalados son siempre
necesarios. Visibilizan un problema grave, dan voz a los que no la tienen al
menos durante 24 horas. Movilizan a los desmovilizados. Conciencian a los
concienciados. Vertebran un problema gravísimo en torno a un lema, a una
pancarta, a una consigna. Sacan a la luz los datos demoledores. Nos obliga como
sociedad a posicionarnos.
Pero ¿y después? La marcha violeta se retira, desaparece y
las mujeres maltratadas regresan a la soledad de sus vidas preñadas de miedo y
de dolor.
Cuatro días después de las palabras tenemos la obligación
como sociedad de seguir construyendo su
esperanza de una vida mejor con hechos, tenemos la obligación de hacerlas
sentir nuestro aliento, nuestro apoyo, nuestra compañía, hacerlas sentir que no
están solas. Y eso requiere gestos, hechos, voluntad, denuncia, conciencia.
Los agoreros, los que siempre niegan todo, los que critican
sentados en un despacho, tras el micrófono de
algunas tertulias, acodados en la barra de un bar... Dirán que estas
palabras son demagogia, que estos actos celebrados el lunes no sirven para
nada, que la sociedad no cambia, que todo es propaganda feminista, que también
hay violencia contra los hombres. A
todos ellos, vigiladles, porque esos, ellos, no están con nosotros, no están
con vosotras, nunca estarán a vuestro lado.
Cuatro días más tarde aún mantengo en mi solapa el lazo
violeta contra la violencia machista. Lo llevé el lunes, lo llevé el martes, lo
llevé el miércoles, lo llevo hoy, jueves. Lo llevo siempre. Y tú, ¿lo llevas?
CADENA SER MARBELLA COSTA DEL SOL, Firma Invitada
28/NOV/2013
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