El cielo inflamado de rojo. Se movía, como un animal al
acecho. Respiraba. Las pavesas ardientes bailaban ante nuestros ojos. Y el
olor. Intenso, acre, profundo. Una
bofetada de calor en la cara.
La calle era un incendio. La montaña era un incendio. Ojén era
un incendio.
Salimos desbocados a la calle, como un caballo que huye.
Antonia apretaba a Daniela, un bebé de apenas ocho meses, entre sus brazos. Una
bolsa con lo imprescindible en aquel presente y la posibilidad de perderlo todo
en aquel futuro.
Una huida. Como nosotros, un pueblo en marcha.
Las lenguas de fuego asediaban el centro urbano de Ojén
después de arrasar dos tercios del
término municipal. Las llamas todo lo
iluminaban en la madrugada de agosto.
Una hora más tarde. Mi familia estaba a salvo. Ocurrió en
2012 y se mantiene vivo el fuego en nuestra memoria, en nuestra piel.
Días después el movimiento solidario en redes sociales, en
medios de comunicación fue tan intenso como el fuego. De aquello, solo queda
apenas un rescoldo.
La Plataforma por La Restauración de Sierra Parda ha
realizado desde aquel fatídico día de agosto más de una docena de acciones.
Charlas, jornadas, visitas institucionales, reforestaciones.
Reforestaciones populares, reforestaciones con expertos,
reforestaciones con personas con discapacidad y en riesgo de exclusión,
reforestaciones con alumnos y alumnas de diferentes colegios.
La solidaridad se agota, se consume como el fuego.
Y aquella avalancha virtual quedó en un centenar de manos
real.
Y como el agua que gotea, cuando el fuego se alejó de la
memoria, cuando sus imágenes de pavor descontrolado quedan sólo como un
relumbrón en el horizonte la catarata de solidaridad mermó hasta quedar en casi
nada.
Somos pocos. Siempre, o casi siempre los mismos. Un buen
puñado de vecinos y vecinas de Ojén. Algunos políticos remangados para la
tarea. Asociaciones del municipio que apuestan por su futuro. La Agrupación
Ecologista Pinsapo, que nunca falta.
En Ojén no olvidamos. El olor del fuego aún nos sobresalta
algunas noches. Aún nos despertamos en la mañana contemplando nuestra montaña
arrasada. Queda mucho por hacer.
El próximo domingo, 2 de marzo, tienes una nueva oportunidad
de participar. Ojén realiza un llamamiento más a la conciencia colectiva con
una nueva jornada de reforestación.
Sólo hay que ir. Sólo participar.
No olvides. Nosotros no olvidamos.
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