viernes, 7 de noviembre de 2014

Hasta el corvejón



¿Cómo lo hemos permitido?

¿Cómo se ha generado a nuestro alrededor esta inmensa montaña de bazofia en la que estamos hundidos hasta el corvejón?

¿Cómo se ha podrido el sistema hasta el tuétano en derredor de nuestra sociedad? 

¿Cómo se han esquilmado las arcas públicas hasta dejarlas en pura osamenta?

No es el momento de indignarse, de mirar a otro lado. No es el momento de sorprenderse, de llevarse la mano a la boca. No es el momento de hacerse el digno. Porque este robo a manos llenas se ha llevado a cabo durante décadas a la vista de todos. Y sólo una brutal crisis económica que ha sacudido el sistema hasta los cimientos ha sido capaz de hacer que alcemos el dedo acusatorio con indignación.

¿Por qué? Porque todos hemos sido partícipes de ello, porque en esta sociedad de rinconetes y cortadillos, plagada de lazarillos, todos y cada uno hemos estado ahí, y a los que no estaban les hemos calificado con gruesos epítetos, entre los que bueno era el más leve.

Todos hemos estado ahí con nuestras pequeñas corruptelas, con esa moderada corrupción cotidiana que a nadie parece molestar ni ofender y que incluso se aplaude. Una pequeña obra sin factura en casa, una compra sin IVA, una contratación doméstica sin seguridad social, un pariente en la administración que te atiende antes que al resto, una especulación a pequeña escala con la vivienda vacía de una abuela… "Pero eso no es lo mismo", "pero eso no eso mismo" es el argumento que utilizamos para poner a flote nuestra conciencia  seguir acusando al resto, muy propio también de esta sociedad cainita en la que vivimos.

La corrupción sólo anida su huevo de malicia en los lugares en los que se le permite. Y aquí se ha permitido.

Ese clima de hábito a la corruptela menor , del país de los tontos a los que se amonesta y de los espabilados a los que se premia ha sido un caldo de cultivo excelente para hacer esta sopa de corrupción vergonzante. ¿Éramos todos ciegos y sordos? ¿O sólo éramos mudos?

El listón de lo moralmente aceptable, de lo políticamente honesto, está muy bajo en nuestra sociedad, siempre lo ha estado, porque al final todos hemos estado ahí y la administración y los cargos públicos sólo son un reflejo de la sociedad que representan.

Si no, que se lo pregunten a los que aún jalean a una Pantoja condenada. Condenada por ladrona.


No hay comentarios: