¿Cómo lo hemos permitido?
¿Cómo se ha generado a nuestro
alrededor esta inmensa montaña de bazofia en la que estamos hundidos hasta el
corvejón?
¿Cómo se ha podrido el sistema hasta el tuétano en derredor
de nuestra sociedad?
¿Cómo se han esquilmado las arcas públicas hasta dejarlas en
pura osamenta?
No es el momento de indignarse, de mirar a otro lado. No es
el momento de sorprenderse, de llevarse la mano a la boca. No es el momento de
hacerse el digno. Porque este robo a manos llenas se ha llevado a cabo durante
décadas a la vista de todos. Y sólo una brutal crisis económica que ha sacudido
el sistema hasta los cimientos ha sido capaz de hacer que alcemos el dedo
acusatorio con indignación.
¿Por qué? Porque todos hemos sido partícipes de ello, porque
en esta sociedad de rinconetes y cortadillos, plagada de lazarillos, todos y
cada uno hemos estado ahí, y a los que no estaban les hemos calificado con
gruesos epítetos, entre los que bueno era el más leve.
Todos hemos estado ahí con nuestras pequeñas corruptelas,
con esa moderada corrupción cotidiana que a nadie parece molestar ni ofender y
que incluso se aplaude. Una pequeña obra sin factura en casa, una compra sin
IVA, una contratación doméstica sin seguridad social, un pariente en la
administración que te atiende antes que al resto, una especulación a pequeña
escala con la vivienda vacía de una abuela… "Pero eso no es lo mismo", "pero eso
no eso mismo" es el argumento que utilizamos para poner a flote nuestra
conciencia seguir acusando al resto, muy
propio también de esta sociedad cainita en la que vivimos.
La corrupción sólo anida su huevo de malicia en los lugares
en los que se le permite. Y aquí se ha permitido.
Ese clima de hábito a la corruptela menor , del país de los
tontos a los que se amonesta y de los espabilados a los que se premia ha sido
un caldo de cultivo excelente para hacer esta sopa de corrupción vergonzante.
¿Éramos todos ciegos y sordos? ¿O sólo éramos mudos?
El listón de lo moralmente aceptable, de lo políticamente
honesto, está muy bajo en nuestra sociedad, siempre lo ha estado, porque al
final todos hemos estado ahí y la administración y los cargos públicos sólo son
un reflejo de la sociedad que representan.
Si no, que se lo pregunten a los que aún jalean a una
Pantoja condenada. Condenada por ladrona.
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