La asunción de responsabilidades. No le pondré apellidos…
Responsabilidades políticas, judiciales, éticas, morales. Responsabilidades con
mayúsculas. Estos meses de octubre y
noviembre el lodo funesto y putrefacto de la corrupción ha rebasado el límite de
lo tolerable, que en este país nuestro de amplias tragaderos ha demostrado
estar muy alto, y ha enfangado la vida pública como un tsunami de inmundicia.
En todo este tiempo a esos ladrones de cuello blanco no les
he visto el más mínimo gesto de dignidad. Absolutamente ninguno ha asumido la
responsabilidad de sus hechos y ha dicho: Sí, lo he hecho yo. Soy culpable.
La mezquindad de estos tipos va más allá y se retrepan en
argucias legales, en vericuetos de abogados, en yo no sabía, eran los otros, me
obligaban a ello… Mientras, durante años han robado a manos llenas, disfrutando
de un estatutos económico gracias al dinero de los demás, se han reído de la
ciudadanía a su cara, han traicionado su confianza, han tenido un modus vivendi
mucho más allá de sus posibilidades… Pero, ahora, apresados, detenidos, ninguno
asume su responsabilidad.
Es el problema de los ladrones de cuello blanco es que
además de robar, tienen en su ADN impreso el gen de la cobardía. Es mucho más
valiente trabajar honradamente, despertarse en la madrugada, coger un autobús,
estar ocho horas de pie en una fábrica o sentado en una oficina. Mucho más
valiente. Robar con una firma o con un apretón de manos o con una palmada en
la espalda es el signo de los cobardes.
Como estos ladronzuelos llevan este gen impreso resulta
lógico que no asuman responsabilidades.
¿Cuántos detenidos? ¿Cuántos imputados? ¿Cuántos procesados?
¿Hemos escuchado entonar a alguien el mea culpa? ¿Asumir la
responsabilidad de sus actos?
Ladrones y cobardes.
Pero ¿qué se puede esperar de una sociedad y de una clase
política que tilda de chivato a un concejal de Estepona que acusó a sus
compañeros de robar a manos llenas a su pueblo. Y que siendo estos imputados y en proceso judicial le siguen insultando por la calle?
Pues eso, ladrones y cobardes.
NOTA: añadan a todo lo anterior el calificativo de presunto
por delante y por detrás, no vaya a ser que se me critique de cargarme la
presunción de inocencia.
Pues eso. Presuntos ladrones, pero seguro y siempre, cobardes.
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