viernes, 18 de septiembre de 2015

Amistad

La amistad es un refugio, un aliento, un compromiso fiel con la vida.

La amistad es un entendimiento entre iguales, libre y poderoso, que tiene su fundamento en el amor, el respeto y la complicidad.

La amistad no entiende de épocas, ni del transcurso del tiempo, de años, de décadas.

La amistad se forja en los cimientos de lo íntimo, de lo personal.

No sabemos cuáles son sus mecanismos, ni donde abundan sus equilibrios. No sabemos porque aquí sí se deposita esa simiente y aquí no. Nada tiene que ver la amistad con la cercanía ni con la proximidad, sino con un lazo empático que nos lleva al entendimiento.

Los científicos, los antropólogos, los sociólogos podrán bucear en la historia de la humanidad hasta su génesis, y para referirse a la amistad hablarán de comportamientos gregarios, de cooperación necesaria para la supervivencia, de tratos interesado. No osaré poner en duda sus estudios y conocimientos, jamás, pero yo siento otra cosa.

Una sonrisa cómplice, un abrazo duradero, una emoción interna, un deseo al punto.

Dice el diccionario de la Real Academia de la Lengua que amistad, en su primera acepción es afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato.

Puro, desinteresado, compartido. Palabras troncales para definir ese sentimiento de afecto hacia el otro.

Quiero ser leal a mis amigos y a mis amigas. Leal a nuestros aciertos y a nuestros  errores, a nuestros lugares comunes y nuestras charlas particulares. Soy consciente de su afecto, pese a mis fallos estrepitosos, y anhelo siempre su abrazo, su compañía. Hemos compartido dolor y alegría y muchas noches enloquecidas e iluminadas, también confidencias y desgarros, amor, sexo, odios y tristezas.

Hemos compartido, en definitiva, la vida.

Desde la Costa del Sol trazo un mapa, un hilo conductor de esas empatías y sinergias fundamentadas en el amor. Un hilo conductor que me lleva a Bilbao, a Londres, a Madrid, a Valencia, a Mallorca, a Barcelona, a Granada, a Barakaldo. Y en ese viaje compruebo que hay un par de hilos un tanto deshilachadas.

Dejo de escribir, cojo un teléfono, y llamo.


La múisca que acompaña el artículo no puede ser otra, "Try (with a little help from my friends)", la versión de Joe Cocker en Woodstock


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