UNA MUJER PASEA, AL NORTE Y UNA CANCIÓN

APUNTE UNO: Luce cabello blanco, blanquísimo, recogido en un moño enjuto tras su nuca. Viste de luto azabache, aunque en el verano que entra se permita lucir algo más vaporosa en sus conjuntos. Camisa negra, falda negra, faja negra, como un cuervo nevado con ese mechó de pelo blanco. La veo pasear con las manos apoyadas en las caderas y siempre a la altura de la fuente de El Chorrillo, unas veces muy despacio y otras más vigorosa. Parece una estampa antigua, extraída de uno de esos retratos que se pueden ver en Memoria Gráfica de Ojén. Desconozco desde cuando vestirá luto, ni por quién, ni si tiene familia, hijos, nietos. Siempre sola. Pasea. Negro intenso bajo el sol de junio.

APUNTE DOS: Coloane fertilizó la aventura, Chatwin certificó el deseo, Giardinelli mitificó el viaje en un coche rojo. Todos estos nombres tejen la urdimbre de mi Patagonia imaginaria. Un deseo, el viaje allá, que vive dentro de mí desde hace muchos años. Al poco de recolocar mi vida en Ojén, pateando sus calles empedradas y sudando sus cuestas , tomé un café en el bar Al Norte y dentro descubrí que hasta esta Villa me había perseguido el sueño. La pareja responsable del local tenía cierto acento che y además de las consabidas glorias futbolísticas inherentes a cualquier argentino allí había unas fotografías postales patagónicas. Creo recordar que del glaciar Perito Moreno. Comentamos algo del asunto y me tomé el primer café, después, con el paso de los días y sentado en la plaza, algunas cervezas más. Saludos Al Norte que une en su nombre el sueño de mi viaje y la procedencia de mi tierra.

APUNTE TRES: Esta canción me sorprendió ayer en uno de los diales de radio. Las ondas surcan el cielo con esa facilidad... Aitormena, Hertzainak...