RETALES DE PRIMAVERA

El silencio de las tardes, abrumador por sabido, llega con la complicidad de los letargos del verano. Es abumador por denso. La luz se cuela por entre las rendijas de la ventana y crea juegos listados sobre las sábanas blancas, se desplazan ligeramente y tomarán el suelo y más tarde la pared y cerca de la noche serán fagoticadas por otra abrumadora densidad, la de la noche. Con el calor apretado de la primavera tardía se vuelve Ojén más luminoso, más intenso, más blancas sus paredes, más rojas algunas de su flores. Cobra este fragmnto de Andalucía sus vivezas con la llegada definitiva del buen tiempo. No se aplanan sus límites, sino que se ensalzan sus esencias. El Mediterráneo espejea con más claridad, casi diáfano. El cielo sana sus fisuras de nubes blancas. La siesta se transforma en código social imipepinable. Las noches prolongan su fragancia de alevosías. La mañana empapa las sábanas. Y el amor se hace tan fugaz como un instante. Son los deseo del verano en esta tierra que empapada en lluvias no podría asumir tantas tristezas.