VÉRTIGO DE VERANO

Lo percibo, quizá sea un aire más pesado, un calor algo más denso, pero parece que las estribaciones primeras del verano ya han llegado hasta la Villa. Ha sido un
instante, el cielo azul, ni rastro de nubes en el horizonte, las cimas de las montañas despejadas y una suave brisa cálida procedente del mar. Eso. Sólo sensaciones. Y tras estas, puramente epidérmicas, una hondura mayor referente a la contradicción que siempre percibo en la llegada del tiempo estival: el despliegue de los placeres y las incomodidades del exceso de calor. Observo cómo el mar espejea en el horizonte, el Mar Mediterráneo, Mare Nostrum, como una promesa de refresco para las tórridas tardes de estío. Suspiro. Ahora, en este instante, me imagino sumergido en el agua cristalina de la primavera y sueño con ese primer baño, que siempre es más frío de lo esperado, siempre más incómodo de lo deseado, pero aún así lo deseo. Y, después, la intensa sensación de tumbarse directamente sobre la arena caliente. Suspiros de verano. Luego vendrá el tiempo de los sudores y las carreras y todo será deseo de otoños, de lluvias y de refugios. estamos hechos de contradicciones. Hoy he sentido en mi piel el primer latido del verano y he presenciado el vértigo.