lunes, 21 de octubre de 2013

La ley y la justicia y la Doctrina Parot

Nos otorgamos la ley para no tomarnos la justicia en propia mano, para crear de la sociedad un lugar someramente habitable. Como ciudadanos, desde nuestra ética, podemos recurrir a la entelequia de la justicia o a la obligación de la ley. La historia, sabia por pretérita, desaconseja la aplicación de la primera y la acatación de la segunda.

Estrasburgo ha tumbado la "doctrina Parot" con un argumento irrefutable "vulneró el artículo 5.1 del Convenio Europeo de Derechos Humanos (Derecho a la libertad y a la seguridad) y -por 16 votos contra 1- el artículo 7 (No hay pena sin ley)".

Pero las heridas abiertas por el terrorismo etarra prolongado a costa del dolor y la sangre durante más de cinco décadas aún no se han cerrado. El cuerpo clama justicia. El cerebro esgrime la ley. Nombres como el de Troitiño, Arruti; Lasa Mitxelena o Kubati entre los posibles excarcelados remueve los cimientos de la ética hasta su base más íntima.

Pero durante todo este tiempo, la línea que ha diferenciado a unos y otros ha sido inflexible. La ley. El derecho a la vida. Los derechos humanos. Los demócratas siempre hemos sostenido permanecer en el lado de la legalidad y ahora debemos demostrar que lo estamos.

Estrasburgo ha dictado sentencia. Las ascuas de la llama etarra se aventan. Es cosa nuestra, de la sociedad, que se transformen en cenizas y no en brasas de odio.

En LA OPINIÓN DE MÁLAGA:

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