jueves, 31 de octubre de 2013

La muerte campa a sus anchas.

La muerte campa a sus anchas.

Se abre paso entre la vida con esa guadaña herrumbrosa en mano como herramienta de trabajo. Con su hálito de precisión maldita, con su efigie pavorosa, con ese aire decadente de la que todo sabe y todo calla.

La muerte. Nunca invitada y siempre presente. Desafecta, egoísta, todo lo quiere para sí hasta el último aliento.

La muerte, hostil y vigilante, amante del error, del descuido, del infortunio, de la desgracia.

La muerte que nos acompaña desde el mismo momento de nuestro nacimiento como una compañera incomoda, ingrata, a la que alimentamos con cada segundo de existencia.

La muerte. La pálida, la llorona, la huesuda, la parca... Tantos nombres para hablar de ella entre el sigilo y el susurro, con el miedo primitivo a convocarla si su nombre se pronuncia en alto.

La muerte que se festeja esta noche entre las bromas y las chanzas y los sustos teatrales en esa tradición de Halloween nunca propia como el Tostón pero siempre bien recibida que nos llegó de allende los mares.

La muerte que se enlutará mañana en los cementerios repletos de flores, rebosantes de hombres y mujeres que añoran, que sueñan con el regreso imposible del familiar, del amigo. Que no se conforman con el sentimiento vívido de la memoria.

Pero la muerte pese a su esfuerzo por intimidarnos, por maldecirnos con su presencia eterna, por atemorizarnos... Cuando nos pasa de cerca, cuando nos roza con sus dedos...nos hace creer, nos hace aferrarnos, nos hace sentir más, nos hace querer mejor, nos hace proclamar a voz en grito carpe diem.


Porque la muerte, al final y pese a todo, termina reconciliándonos con la vida.

CADENA SER COSTA DEL SOL, firma invitada.
31/OCT/2013

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