Quiero creer que será
más producto de la ignorancia y de la serpiente malsana de la política del
menudeo que de una opinión fundada. Y me explico.
Ayer, Ojén, vivió un despliegue técnico de precisión en el
que la coordinación de medios, la preparación técnica y la puesta en común de
diferentes organismos e instituciones resulta básica para atajar uno de los
grandes males de nuestra sierra: los incendios forestales.
La villa participó en un simulacro de incendio sin olor a
muerte en el aire, sin el humo escurridizo de las llamas, sin el aire inflamado
de rojos, sin el calor abrasador latiendo en las laderas.
Un aliento a la preparación, al entrenamiento, al testeo del
músculo de un pueblo, Ojén, que ha vivido en la carne de sus bosques y campos
el terror asolador del fuego en más de una desgraciada ocasión.
Un simulacro que tuvo en vilo al municipio y en el que las
fuerzas desplegadas se mermaron a causa de una realidad más desoladora, el
pujante incendio de Alhama de Almería
El aplauso de los ojenetos a esta prueba para afinar la
eficacia en la extinción de incendios fue unánime. Se anotaron los errores
cometidos para ser atajados en la nunca querida próxima ocasión.
Ojén respondió con el aplomo de sus noches de insomnio
rodeadas por las llamas. Respondió con el nervio de lo vivido.
Dentro de esta corriente generalizada de unanimidad, siempre
se ha de oír el eco del imprudente, quizá osado por ignorancia, por
desconocimiento, que critica el gasto de una acción como esta, que aplaude su
inutilidad y que abona el escepticismo de un grupo mínimo de acólitos.
Hace dos años, el fuego me arrancó de mi casa, a mí, a mi
hija de ocho meses, Daniela, a mi compañera, Antonia. Nos recibió el aire
pintado de rojo. Huimos.
Cuando las cenizas hubieron reposado tuve la oportunidad de
estrechar la mano, un abrazo, con las personas que se jugaron el tipo por mí.
Les puse nombre: Paulino, Miguel Ángel, Jorge, José Antonio, Diego.
Aún, pasado el tiempo, se me llena la boca cuando hablo de
ellos. Ayer les volví a ver, en una circunstancia similar pero más relajada. Me
sentí arropado.
Es ahora cuando pienso en las malas lenguas, en su
ignorancia supina, en su profundo desconocimiento, en su chanza barata.
No quiera nunca que necesiten la ayuda de las personas que
ayer trajinaron sin fuego por las laderas arrasadas hace dos años.
Yo les puse cara. Y les puse nombre.
SER MARBELLA Costa del Sol, La Firma de los jueves
26/MAR/2014
Música: SIDONIE, El Incendio
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