viernes, 4 de abril de 2014

Líderes

Líderes, como dicen los gallegos de las meigas, haberlos, haylos.

Los movimientos y las fintas,  el tejemaneje, las aspiraciones cortas, los intereses menores, el posicionamiento en la foto, el hacerse imprescindible... Todas esas batallas intestinas se librarán de manera encarnizada hasta mayo de 2015 para ser alguien que no se es. Para ser algo que no se es. Un líder. Una líder.

Con las elecciones europeas a la vuelta de la esquina, parece que se ha puesto en marcha el mecanismo electoral completo y que alcanza en la distancia hasta las elecciones municipales de mayo de 2015.

Los primeros movimientos internos han comenzado y se incrementarán como las ondas de un lago apacibles después de lanzar una piedra.

Los culos de mal asiento empiezan a incomodar, se tejen los primeros hilos para alianzas antinaturales, se convocan reuniones paralelas a las estrictamente oficiales, cafés clandestinos con los enemigos de partido, de agrupación. El silencio a voces, el runrún, el amigueo. El ninguneo.

Estas naderías de la política son las que enervan a la ciudadanía. Las que fomentan el descrédito de los políticos. Las que alientan su rechazo. Porque en su miopía, muchos de nuestros dirigentes creen invisibles estos movimientos. Y cuanto más invisibles creen que son, más luz arrojan sobre ellos.

Cinco párrafos antes hablaba de líderes. De aquellos y aquellas que con su voluntad, su personalidad y su clase para jugar a la política con mayúsculas son o han sido capaces de transformar su realidad más cercana, elevándola a un lugar mejor. Líderes.

Nuestra clase política se ve muy carente de ellos, muy carente de ellas. La democracia y el sistema de partidos los han sustituido por expertos en el menudeo, incapaces, la mayoría, de creer en algo mejor y, por lo tanto, incapaces de llevarlo a cabo.

Hay salvedades, claro, pero esas salvedades deberían ser mayoría.




No hay comentarios: