viernes, 6 de junio de 2014

Oídos sordos

Y en mi memoria se han agolpado estos días todos los reyes de Shakespeare entre ellos Ricardo Tercero y el Rey Lear, más cerca del infierno y la locura que de la sapiencia y la cordura. No sé porqué.

 El hecho histórico de la abdicación de Juan Carlos Primero en favor de su hijo el Príncipe de Asturias, futuro Felipe VI el 18 de junio, cuando esté publicado su nombramiento en el BOE, ha causado un revuelo de proporciones históricas que ha azotado hasta los cimientos de un sistema que creíamos inamovible. Las gentes republicanas y tricolores se han echado a las calles y plazas para exigir, pedir, solicitar un referéndum con el que saldar una deuda histórica. Grupos sociales, nuevos partidos políticos y profesionales del asunto en conversación privada se han sumado a esta petición, mejor, a este deseo.

El sistema, amigo de mantener todo como está y de aquella máxima  de "que todo cambie para que nada cambie" promulgado con sapiencia por el Gatopardo, ha decidido hacer oídos sordos y continuar hacia adelante con la mayor ligereza para no tropezar con los trastos por el camino.

En ese saco del llamado sistema, se pueden incluir a las instituciones, partidos políticos mayoritarios, administración menor y mayor, leguleyos. .. Decía Iñaki Gabilondo en esta misma casa que la representación de la calle no es toda la representación, y hasta ahí puedo leer,  pero es cierto que hacer oídos sordos a los clamores no es la mejor receta para fortalecer la democracia.

Aletargados por esta implosión del sistema troncal de nuestra democracia, hemos olvidado con cierto rubor, los asuntos más domésticos, que pese a no estar a la altura histórica de una abdicación regia siguen siendo importantes. Porque además, pese a la distancia en importancia informativa, tienen algo en común: los oídos sordos de nuestros gobernantes.

Me remito a dos casos recientes. La ciudadanía que se manifiesta y encadena para impedir la construcción de una estación de autobuses frente al colegio Teresa de León en San Pedro Alcántara. O la construcción de una gasolinera en Huerta Nueva de Estepona, pese al frente de protestas continuadas expresadas por los vecinos y vecinas.

Oídos sordos. Así se llama.

Quizá la ciudadanía no tenga toda la razón, pero cuando un hecho lleva a la calle a tanta gente, nuestros gobernantes tendrían que pararse a escucharles, aunque sólo fuera un instante, tanto si es la abdicación de un Rey como la construcción de una gasolinera o una estación de autobuses.

Luego, tras las elecciones, viene el llanto y el crujir de dientes, y alguno andará penando por las calles rasgándose las vestiduras y preguntándose por qué, por qué a mí, por qué.


Quizá, y sólo quizá, porque lo mereces.

Música: El Rey, Vicente Fernández



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