Y en mi memoria se han agolpado estos días todos los reyes
de Shakespeare entre ellos Ricardo Tercero y el Rey Lear, más cerca del
infierno y la locura que de la sapiencia y la cordura. No sé porqué.
El hecho histórico de
la abdicación de Juan Carlos Primero en favor de su hijo el Príncipe de
Asturias, futuro Felipe VI el 18 de junio, cuando esté publicado su
nombramiento en el BOE, ha causado un revuelo de proporciones históricas que ha
azotado hasta los cimientos de un sistema que creíamos inamovible. Las gentes
republicanas y tricolores se han echado a las calles y plazas para exigir,
pedir, solicitar un referéndum con el que saldar una deuda histórica. Grupos
sociales, nuevos partidos políticos y profesionales del asunto en conversación
privada se han sumado a esta petición, mejor, a este deseo.
El sistema, amigo de mantener todo como está y de aquella
máxima de "que todo cambie para que
nada cambie" promulgado con sapiencia por el Gatopardo, ha decidido hacer
oídos sordos y continuar hacia adelante con la mayor ligereza para no tropezar
con los trastos por el camino.
En ese saco del llamado sistema, se pueden incluir a las
instituciones, partidos políticos mayoritarios, administración menor y mayor,
leguleyos. .. Decía Iñaki Gabilondo en esta misma casa que la representación de
la calle no es toda la representación, y hasta ahí puedo leer, pero es cierto que hacer oídos sordos a los
clamores no es la mejor receta para fortalecer la democracia.
Aletargados por esta implosión del sistema troncal de nuestra
democracia, hemos olvidado con cierto rubor, los asuntos más domésticos, que
pese a no estar a la altura histórica de una abdicación regia siguen siendo
importantes. Porque además, pese a la distancia en importancia informativa,
tienen algo en común: los oídos sordos de nuestros gobernantes.
Me remito a dos casos recientes. La ciudadanía que se
manifiesta y encadena para impedir la construcción de una estación de autobuses
frente al colegio Teresa de León en San Pedro Alcántara. O la construcción de
una gasolinera en Huerta Nueva de Estepona, pese al frente de protestas
continuadas expresadas por los vecinos y vecinas.
Oídos sordos. Así se llama.
Quizá la ciudadanía no tenga toda la razón, pero cuando un
hecho lleva a la calle a tanta gente, nuestros gobernantes tendrían que pararse
a escucharles, aunque sólo fuera un instante, tanto si es la abdicación de un
Rey como la construcción de una gasolinera o una estación de autobuses.
Luego, tras las elecciones, viene el llanto y el crujir de
dientes, y alguno andará penando por las calles rasgándose las vestiduras y
preguntándose por qué, por qué a mí, por qué.
Quizá, y sólo quizá, porque lo mereces.
Música: El Rey, Vicente Fernández
No hay comentarios:
Publicar un comentario