sábado, 13 de septiembre de 2014

Septiembre, mi temporada alta en la Costa del Sol



Se agitaba la marea, encabritada, como renegando de su regreso, sin excesiva nostalgia de los veraneantes, abrazando a los costasoleños que apuran el verano largo en las tardes de septiembre. 

Se mecía el sol entre las sombras largas, proyectadas en la arena como un recuerdo, un velo melancólico de días más tórridos. Los pies enterrados en la arena cálida, los sonidos amortiguados de los niños que juegan, la espuma rompiente de las olas, un velero recortado sobre el horizonte, el perfume de las brasas previstas para los espetos, Daniela construyendo montañas efímeras, Antonia emulando a las sirenas de agua salada.

Septiembre es el mejor mes para disfrutar de la Costa el Sol. El calor que ya no abrasa, pero desentumece los músculos agarrotados, la temperatura fresca, revitalizante, del agua y la marea, los servicios casi al 100%, sin caer aún en el letargo somnoliento del invierno, visitantes de otoño, que pierden la categoría de veraneantes para transformarse en otra cosa, más cercana, más próxima, más leal, más fiel, quizá. 

En este mes de septiembre conviven sin estrecheces el desparpajo vigorizante del verano con Mayúsculas, y el despertar de la vida ordinaria con minúsculas. Una marisma de equívocos que hace de este periodo la natural concomitancia entre el bikini y la rebequita, entre el solaz y la tarea cotidiana, entre los últimos espetos y los primeros pucheros.

A los tendentes a la melancolía, como es el caso, nos gustan los septiembres, como una promesa de un tiempo alejado de la algarabía, encaminado al recogimiento, más fresco y menos tendente a los fuegos artificiales. Quizá mi condición de norteño en el sur tenga algo que ver con esta necesidad de un tiempo menos luminoso. 

Pero septiembre es distinto. Es una tregua para todos. Un reposo con sabor a verano. Un verano con sabor a otoño. Un otoño aún velado en el horizonte.

Siento la calidez de la arena en los pies enterrados. Surge Antonia del agua y se abraza a la toalla de colores. Daniela juega a dragones con su castillo de arena. Se levanta algo de brisa, se me eriza la piel. Y sonrío.

Septiembre es mi temporada alta en la Costa del Sol. 


Música: "Mediterráneo" de Serrat


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